No está escrito en ninguna parte, pero tengo una manía añeja que es la de considerar que si la primera sentencia del año es buena, el año en cuestión será un buen año. Al menos profesionalmente hablando. Es una tontería como otra, pero es de estas que alimentan un poco el espíritu y siempre viene bien.
Y la primera sentencia, ha sido algo más que buena. Del Tribunal Superior y estimatoria de un recurso de suplicación que me había currado mucho, en un asunto de esos que te tomas como si no hubiera un mañana. Me admiten nada menos que la revisión de tres hechos probados de la sentencia de instancia y asumen, conmigo, que el Juez de instancia, literalmente se inventó un hecho crucial para el fallo, sin amparo probatorio alguno. Los que entendéis de esto, sabéis que es todo un exitazo.
Segunda sentencia: Otra del Tribunal Superior y también favorable. En este caso, ni la mitad de mérito que en el anterior porque ya había ganado en la instancia.
Primer juicio del año, mejor dicho dos y a celebrar seguidos en el mismo Juzgado que es algo también poco habitual. El primero se tiene que suspender y mientras nos redactan el acta de suspensión, me voy a la Sala de vistas (5 plantas más abajo) a esperar para entrar a celebrar respecto del segundo. Mientras estoy con la espera, aparece la funcionaria que se ha ocupado del primer juicio con el acta de suspensión ya redactada para que se la firmase. Firmo encantado de la vida. Nunca antes había visto ni vivido este tipo de atención. Siempre teníamos que volver a subir para firmar. Así que mi reconocimiento eterno a la amable y eficiente funcionaria.
Llega el momento de entrar en Sala y sale el Juez en persona a pedirnos “permiso” para dejar pasar antes a los del juicio que viene detrás del nuestro, porque se trata de “una confesa”. Para los profanos, esto de “la confesa” significa que no ha comparecido la parte demandada, por lo que se van a dar por probados los hechos de la demanda y esto implica un juicio de muy corta duración. De este modo, el colega de la parte actora queda ya libre y puede dedicarse a otros menesteres.
Todos los presentes accedemos y por supuesto le damos al Juez el “permiso” que nos pide. La cortesía profesional, siempre por delante. Chapeaux, también para SSª.
En pocas palabras, que si el año va a seguir por este camino, al final la tontería de lo de la primera sentencia del año, igual resulta que no es tal.