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La cadena de bloques o “blockchain” es la tecnología que utilizan las nuevas criptomonedas. La más famosa de todas es Bitcoin, pero hay muchas otras.

No soy quien para tratar de explicar qué es y cómo funciona una cadena de bloques. Sólo soy un pobre abogado.

La última vez que hablé sobre el tema me remití al genial ejemplo del suricato. Como sigue vigente, lo vuelvo a enlazar.

De lo que sí puedo hablar es de los cambios que blockchain traerá a mi vida (y la vuestra) en pocos años. 

La cadena de bloques o “blockchain” es la tecnología que utilizan las nuevas criptomonedas. La más famosa de todas es Bitcoin, pero hay muchas otras.

No soy quien para tratar de explicar qué es y cómo funciona una cadena de bloques. Sólo soy un pobre abogado.

La última vez que hablé sobre el tema me remití al genial ejemplo del suricato. Como sigue vigente, lo vuelvo a enlazar.

De lo que sí puedo hablar es de los cambios que blockchain traerá a mi vida (y la vuestra) en pocos años.

¿Qué tiene de especial?

La cadena de bloques es una base de datos automatizada, descentralizada (está replicada en todos los ordenadores de los usuarios), y que no puede ser alterada.

Esto la hace muy segura: para manipular la información almacenada y engañar al resto de nodos, es preciso manipular más del 50% de dichos nodos que la integran.

Las posibilidades de conseguirlo son hoy puramente matemáticas.

Por esta razón, la cadena de bloques permite:

  • Aumentar exponencialmente la seguridad de las transacciones, y con ella, la confianza de las partes que las realizan.
  • Prescindir de autoridades centrales de certificación, y de muchos otros intermediarios.
  • Como resultado, minimizar sustancialmente muchos costes de gestión y administración.

Esta tecnología no es que vaya a revolucionar, es que está ya revolucionando muchos ámbitos. Todos los ejemplos que voy a describir se basan en tecnologías que ya están en desarrollo, no son sólo ideas.

Transferencias internacionales de fondos

Hoy, muchas oportunidades de negocio no se materializan porque las partes no se conocen, no tienen confianza entre sí, normalmente en la solvencia de cada cual.

Por eso, en una transferencia internacional de fondos intervienen múltiples intermediarios que verifican mi identidad, si efectivamente tengo ese dinero, si mi banco existe, la identidad del destinatario, etc…

Todos ellos son intermediarios o terceros de confianza que dotan de seguridad la transacción. Cada uno de esos intermediarios, se lleva su comisión.

Además, la transacción tarda días en ejecutarse. Durante esos días el dinero desaparece de mi cuenta, queda bloqueado en ningún sitio.

La cadena de bloques permite la ejecución de transacciones completamente seguras en minutos. Sin necesidad de pagar a terceros de confianza, la seguridad está en el sistema por defecto. Y sale gratis.

La cadena de bloques elimina a esos intermediarios, y dota de seguridad total a la transacción.

Contratos inteligentes autoejecutables

Estas transacciones pueden ser contratos inteligentes (los famosos Smartcontracts, que en realidad son scripts o pedazos de software, que se ejecutan sobre blockchain).

Mejor dicho, se autoejecutan, sin intervención alguna del comprador –en el caso de una compraventa-, del vendedor, del banco ni otros intermediarios.

Imaginen que encargo que me impriman una casa de campo. (Esto también se hace ya).

El contrato comprueba que tengo dinero suficiente y me bloquea una parte del precio cuando el fabricante compra la materia prima.

El precio se va pagando a medida que el producto se fabrica, se envía y me lo entregan y montan.

La propia casa, que viene sensorizada de serie, notifica al contrato inteligente en qué estado de fabricación y en qué lugar se encuentra, para que vaya pagando.

En este caso, la cadena de bloques aporta transparencia, inmutabilidad y trazabilidad. Estas características revolucionarán los contratos de compraventa, suministro industrial y transporte internacionales.

Un seguro que lleva mi nombre

Mercados como el de energía, telecomunicaciones, banca y seguros, actualmente dominados por oligopolios verán cómo las reglas del juego saltan por los aires:

Un usuario podrá poner en cualquiera de los mercados mencionados (energía, telecomunicaciones, banca y seguros) su historial de consumo o sus necesidades específicas y actualizadas en tiempo real.

Esto se hará de forma anónima y confidencial para recibir ofertas en una subasta a la baja de las distintas empresas competidoras, de forma que sea aceptada la económicamente más ventajosa que cubra los mínimos estipulados.

La transacción podrá ser revisable por el usuario a posteriori, porque todas las condiciones, ofertas y contrato final quedarán “grabadas” en la cadena de bloques, en esta base de datos.

La reducción de costes de gestión permitirá una oferta ultrapersonalizada para una demanda superespecífica, En una palabra, “personalización”, sólo  que ahora, de verdad de la buena.

Así, aparecerán pólizas de seguro específicas para cada cliente asegurado: un seguro de coche basado en las concretas circunstancias de usted como conductor y del estado de conservación de su vehículo en cada momento. La prima bajará, automáticamente cuando, por ejemplo, el coche pase la ITV.

En realidad este ejemplo no es muy bueno: pasado mañana tener un coche propio será tan raro como tener un jet privado.

Mi caldera se ha cambiado a gas natural. Ella solita

Pero entiéndanme bien, el usuario del que hablo no tiene porqué ser una persona física.

Será cualquier objeto conectado.

Lo que digo es que su móvil cambiará de compañía (dependiendo del lugar donde se encuentre, de los “megas” que necesite en cada momento), su lavadora comprará detergente o llamará al técnico, sin contar con usted, pero permitiendo que usted verifique a posteriori que la oferta elegida era la buena y que el nuevo proveedor no le ha engañado.

Los registros en la blockchain, seguros e inmutables, permitirán revisar la transacción realizada. En realidad se trata de la automatización del sistema de control de, a su vez, decisiones adoptadas automáticamente por algoritmos (tal y como describía aquí en su día).

Mi placa solar me da la propina

Cambiemos ahora “lavadora” por “las placas solares” de su tejado:

El mercado de energía eléctrica podrá asumir la aparición de “prosumers”, ciudadanos que sean, al mismo tiempo, pequeños consumidores pero también productores de energía eléctrica.

Podrán almacenar la energía que no consuman en las nuevas baterías. Podrán agregarse entre sí para formar plataformas de venta de mayor tamaño, gestionadas automáticamente y en tiempo real mediante sistemas basados en blockchain- que les permitirán competir con las grandes compañías de toda la vida.

Lo que impide hoy la existencia de esas plataformas son barreras de coste de gestión y regulatorias. Las primeras desaparecerán pronto. Está por ver qué pasa con las segundas.

Nuestro amigo Montoro

Pero no nos olvidemos de Hacienda. Como todo el mundo sabe, los “players” económicos que antes aplican cualquier avance tecnológico son la Agencia Tributaria y la industria del porno.

Sólo me he preparado para hoy la primera parte.

La contabilidad de cada empresa se registrará en un Libro mayor nacional basado en una cadena de bloques.

La Agencia tributaria tendrá acceso a este registro único.

Este es el sueño húmedo de nuestro buen amigo Cristóbal Montoro.

Este cambio minimizará la mayor parte de las formas de fraude fiscal que hoy conocemos.

Buena semana.

 

Imagen de portada, utilizada bajo licencia Creative Commons 4.0 Int. por cortesía de su autor David Stankiewicz.




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