¿Puedo subir fotos en bañador o en bikini a mi perfil de Twitter?, es una pregunta recurrente que me están haciendo diversos profesionales este verano.
Por la época estival en la que estamos, muchísima gente está ya veraneando en playas y zonas de baño de todo tipo, y lo más normal es hacerse fotografías veraniegas, muchas de ellas en trajes apropiados para las actividades acuáticas, (bikinis, bañadores, bermudas etc.)
Y efectivamente, los profesionales liberales también nos bañamos y nos hacemos fotos y selfies, como cualquier otra persona. Es lo natural, el mundo fotográfico se ha impuesto en la sociedad, absolutamente todas las personas hemos caído rendidas a las instantáneas de nuestros terminales inteligentes.
La cuestión está en saber que contenidos en imágenes podemos o no subir a nuestros perfiles en reses sociales. No vale todo. Tenemos que ser más inteligentes que nuestro teléfono y pensar antes de actuar.
Bien, ¿qué es una red social?; según la RAE son un servicio de la sociedad de la información que ofrece a los usuarios una plataforma de comunicación a través de internet para que estos generen un perfil con sus datos personales, facilitando la creación de comunidades con base a criterios comunes y permitiendo la comunicación entre sus usuarios, de modo que pueden interactuar mediante mensajes, compartir información, imágenes o vídeos, permitiendo que estas publicaciones sean accesibles de forma inmediata por todos los usuarios de su grupo.
O de una forma más sencilla podemos decir que son canales de comunicación existentes en internet, utilizados por personas o empresas compartiendo sus contenidos, hacia su público o seguidores.
Y aquí es donde surge una disociación errónea de la mayoría de los usuarios de las redes sociales, entre vida real y vida virtual creando una diferenciación en el comportamiento, creyendo que en el ámbito virtual todo o mucho está permitido. Pero este pensamiento es erróneo, no existen dos vidas, sino que tenemos una sola vida que fluye entre la realidad y la virtualidad, por tanto, es una vida real en diferentes contextos, offline o fuera de internet y online dentro de internet.
Con esto quiero dejar claro que, todo lo que hacemos bien como personas físicas, como profesionales liberales o como empresas deja su huella en el ciberespacio y por tanto, tiene su repercusión en nuestra vida fuera de internet, dado que actúan como vasos comunicantes.
Otro detalle para destacar, sin entrar a fondo sería que todas las personas que accedemos a internet tenemos una Identidad Digital (ID), y como toda identidad sirve para identificarnos, por lo que todo lo que hacemos en el ciberespacio desde cualquier terminal de nuestra propiedad, va dejando una huella o reputación digital. Y aquí es donde necesitaba llegar para responder a la cuestión planteada: ¿podemos subir fotografías en trajes de baño a nuestros perfiles profesionales?, desde mi perspectiva no y lo argumento.
Es a través de la tecnología 2.0 cuando surgen las redes sociales y con ella la llamada “cultura de la participación”, apareciendo una nueva disciplina que estudia el fenómeno del nuevo ecosistema info-comunicativo, la Netnografía.
Se ha producido una eclosión de la cultura de la participación a nivel global, sirviendo esta primera década para intuir el potencial de la llamada inteligencia colectiva y el poder entre iguales de la comunicación, desde la participación espontánea e intencionada, (Aparici R. y Osuna Acedo S. 2015).
El planteamiento es saber y conocer qué tipo de redes sociales usamos, porque no todas son iguales, para qué tenemos un perfil abierto en una determinada red social y como lo usamos, cuáles son los objetivos si los tenemos.
Como usuario, profesional liberal y especialista en comunicación estratégica creo que todo profesional, sea de la rama que sea, se debería de preocupar en aprender las reglas y normas mínimas para entender y saber comportarse en una red social sea del tipo que sea, profesional, formativas, horizontales, verticales o mixtas.
La participación, nos dicen Roberto Aparici y Sara Osuna Acedo, lleva implícito una movilización social que no puede hacerse sólo con la intención de querer participar, sino que hay que saber participar. Es por ello, por lo que la ciudadanía debe integrar esta forma de comunicación como una de sus habilidades personales, y asumir que hay que adquirir los conocimientos y habilidades para comunicarse y relacionarse con un fin colectivo. Por tanto, la participación requiere de la construcción consciente de la Identidad Digital y para potenciar ésta no queda más que ir construyendo una Reputación Online o Marca Personal, es decir, en la medida de lo posible debemos aprender a gestionar nuestros perfiles sociales. Es cuestión de profesionalidad.
Si yo como profesional tengo un objetivo de crear una marca personal o profesional, está claro que los contenidos que comparta deben de estar en sintonía con mi marca y enfocados a quien me dirijo, o público objetivo. Y esto nos obligará a crear un tipo de contenidos de valor muy determinados, enfocados a crear comunidad y fidelizar seguidores, con la intención final de vender mi marca personal o corporativa y con ello obtener reputación digital y a su vez conseguir clientes.
Si mi perfil es de abogado, profesor universitario, médico, psicólogo etc, lo que hago, escribo y comparto debe de estar alineado con mi marca, mi misión, visión y valores.
Según Lola Prieto Periodista, especializada en cultura de la participación, “los profesionales de cualquier especialidad, pero sobre todo los que trabajan cara al público, deben de cuidar la imagen que dan en sus redes sociales o perderán credibilidad ante un posible cliente.
Ya seas hombre o mujer no es adecuado subir imágenes en ropa de baño o en cualquier actividad que pueda mermar el crédito profesional. El profesional debe discernir qué quiere que piensen sus seguidores o público en general cuando repasan sus cuentas de Facebook o Twitter”. Los pensamientos de quienes nos ven es imposible de controlarlos, pero cada acción provoca una reacción, una imagen puede provocar empatía y profesionalidad o antipatía y frivolidad, la diferencia es sustancial. Recordemos que una de las formas de obtener reputación digital, es a través de las reseñas y éstas dependerán de lo que seamos capaces de transmitir.
Lo que nos debemos de plantear es: ¿cuántos de mis competidores están en rrss en traje de baño?, ¿a qué público me dirijo cuando me comunico y qué pensarán cuando me vean en bikini?, ¿en qué me beneficia subir una imagen que no está alineada con mi marca?, ¿qué otras imágenes he compartido? La suma de estas respuestas nos dará una posible clave de lo que hacer.
Al respecto, Natalia Sara especialista en Comunicación y Estrategia Digital en Llorente y Cuenca, “cree que hay que tener previamente 2 consideraciones que son clave y que aplican siempre y a veces se olvida:
- Cada persona es responsable del contenido que sube a las RRSS y del tipo de enfoque de uso que quiere tener en cada red social en la que tenga presencia.
- Todo lo que decimos y como nos comportamos en los activos digitales influye y tiene una repercusión en nuestra persona, es parte de nuestra identidad digital, de nuestra huella.
No existe redes de uso uno personal y de uso profesional. Todo se retroalimenta. Por tanto, debemos de tener bien claro en que todo lo que compartamos y todo lo que digamos tiene un impacto en nosotros en todas nuestras facetas, y una de ella es la profesional. Aunque pongamos, por ejemplo, “Twitter a modo personal”, “Opiniones personales”, etc. configura e impacta en la dimensión laboral/profesional. Debemos de ser muy conscientes, porque las líneas que separan lo que es personal de lo que es profesional en un ámbito digital son cada vez fronteras más difusas.
Por tanto, subir una foto en bikini, en bañador, es una decisión personal en la que se tiene que tener presente sus potenciales consecuencias por cómo sea en sí la imagen, su texto y en qué red la queremos compartir, acorde al tipo de contenidos que habitualmente compartimos en ella y del tipo de posicionamiento y objetivos que tenemos.
En mi caso Twitter en una red donde mi foco de posicionamiento está en compartir prioritariamente aspectos ligados a mi actividad profesional e intereses, y muy poco en lo que corresponde a otros aspectos de mi vida que considero no aportan en ese sentido. Sin embargo, en Facebook o en Instagram comparto de manera habitual mayoritariamente aspectos fuera del contexto profesional y más ligados a mi entorno personal y de ocio.
Considero que todo es válido mientras se cumpla que seamos conscientes del estilo de comunicación y del tipo de contenidos que compartimos y de que éste siempre va a tener una repercusión en nuestra imagen y reputación”.
Ahora bien, hasta ahora estaba analizando los perfiles de profesionales que gestionan su marca personal o corporativa. Pero en realidad la gran mayoría de los profesionales no tienen una estrategia clara de comunicación.
En estos casos se actúa desde criterios personales, o por conocimientos vagos de lo que me han contado o alguna información que he podido leer en internet.
Partimos de la misma situación, estás en una red social sin plan ni estrategia, pero te has creado un perfil de profesional y te anuncias como profesional. En el momento que nuestra biografía nos identifica como abogados, médicos, maestros, sociólogos, periodistas etc, nuestro comportamiento debería de ajustarse a lo que le estamos diciendo a la comunidad que somos. No somos modelos, ni nos dedicamos a la moda, ni al mundo de las artes escénicas, ni vivimos de nuestra imagen. En cambio, sí que estamos obligados a transmitir profesionalidad, seriedad, educación, preparación, excelencia y ofrecer la mejor versión posible de nosotros, puesto que estamos compitiendo con esa otra u otro que si se han formado.
Si no lo pretendemos, será difícil conseguir clientes y no hace falta pensar en clave de marca, puesto que, nunca debemos de olvidar que en cualquier momento podemos cometer un error imperdonable y crear una crisis de reputación, y algo así si no se sabe gestionar, sí que puede arruinar una carrera profesional. Nunca debemos de perder de vista esto, aunque yo no esté vendiendo “supuestamente nada”, la crisis reputacional sí que afectará tanto al ámbito digital como al offline. ¿Merece la pena?
Centrándonos en una red social como es LinkedIn, la red profesional por excelencia, Oscar Cumí, Consultor y Digital Marketing Manager me comenta que, “los principales contenidos que las propias redes profesionales nos recomiendan compartir como es el caso de LinkedIn, son contenidos que aporten valor a la red y que de alguna forma avale nuestro expertise.
Otro tipo de contenidos pueden tener cabida, bien sean reflexiones, estados de ánimo que nos provoquen algún tema en concreto y podamos empatizar con otros usuarios e incluso, preguntar a la red sobre cualquier tema que desconozcamos o necesitemos más información, pero para exhibirnos hay otras redes y otro tipo de contactos que forman parte de dichas redes”.
Yo añadiría que si lo que queremos es subir fotografías de corte privado e íntimo, quizás la red más acorde sea Instagram y por su puesto sin ofrecer ningún tipo de datos que nos puedan identificar con nuestra profesión. Me consta que muchos profesionales son grandes deportistas y se cuidan mucho, por tanto, podrán compartir su lado más deportista en un perfil de esta red que tanto está de moda en estos momentos.
Consultado mi amigo José Capote Psicólogo General Sanitario, titular en la Ser Radio de Granada, muy amable me ha compartido la siguiente aportación:
El hábito no hace al monje… ¿Seguro?
Hace unos años leí un artículo en el que unos investigadores pidieron a un grupo de alumnos que fueran vestidos de chaqueta y corbata (ellos) y de traje de chaquetas (ellas) a una prueba en la que tenían que emitir una serie de juicios. Otro grupo de estudiantes tenían que emitir los mismos juicios, pero a éstos no se les pidió que fueran vestidos de ninguna forma especial. Los investigadores descubrieron que los juicios emitidos por los participantes que vistieron traje fueron mucho más objetivos y críticos que los juicios emitidos por el grupo que acudió a la cita vestidos a su antojo.
Este curioso y divertido experimento pone en tela de juicio el archiconocido refrán mostrando que, quizás, en muchas ocasiones, más que nos pese, el hábito sí que puede hacer al monje.
En otro muy conocido experimento en psicología, esta vez sobre la conformidad, descubrieron que el hecho de que el investigador llevara o no bata blanca era determinante para que sus indicaciones fueran seguidas con mayor o menor determinación.
Somos animales sociales y, como tales, relacionarnos con las demás personas es vital para nuestra supervivencia. En los inicios de dichas relaciones ponemos en práctica una serie de características que hemos desarrollado tras miles de años de evolución, lo que se conoce como primeras impresiones. A través de los sentidos, principalmente la vista, realizamos las primeras atribuciones, es decir, juicios acerca de los comportamientos de los demás. Algo que, aunque parezca frívolo, nos ha ido muy bien a lo largo de nuestra historia evolutiva.
Una forma en la que se llevan a cabo el proceso de relaciones sociales, con las “inevitables” primeras impresiones y los procesos de atribuciones inherentes a estas es a través de las imágenes que colocamos en nuestros perfiles y páginas profesionales. Sin duda, esas imágenes responderán implícitamente a la pregunta que se hará el potencial cliente, ¿quién es esa persona? Por ello, a la hora de mostrar una imagen en nuestras redes profesionales, la imagen de nuestra marca, debemos tener en cuenta qué impresiones de nosotros pueden ofrecer y qué atribuciones se realizarán a través de nuestra imagen. No olvides que tú eres la imagen de tu empresa. ¿Cómo quieres que esta sea vista?
Como ven, los profesionales que han querido colaborar conmigo en este artículo, estamos todos de acuerdo en la misma idea. Hay que pensar bien que queremos transmitir y a quién nos dirigimos. A partir de ahí profesionalidad y raciocinio en nuestro paso por la vida en el ciberespacio porque todo se ve y todo afecta en cierta medida antes o después.
¿Usted cuando va al supermercado va vestido en traje de baño?; lo digo, porque su perfil social es su casa, su despacho, su oficina, su supermercado, su bar, su restaurante . . . Pero podría ser un plató de grabación, un set de fotografía, una pasarela de moda, una tienda de ropa interior . . . Cada oveja con su pareja.
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