¿Qué debes tener en cuenta cuando contratas un servicio de desarrollo de software a medida? ¿Y cuando eres tú el proveedor?
Con frecuencia, estos contratos carecen de claridad o detalle, lo que puede derivar en problemas graves. A continuación, analizamos las claves para evitar conflictos y asegurar un acuerdo sólido.
Problemas frecuentes en los contratos de desarrollo de software
Uno de los escenarios más comunes ocurre cuando una empresa contrata el desarrollo de software y el proveedor entrega solo un presupuesto con una descripción genérica del servicio y las condiciones de pago. Esto puede generar varios problemas:
- Que no se haya definido bien el alcance del proyecto, esto es, lo que incluye y lo que no, y que, cuando queramos plantear algún cambio, se nos empiece a cobrar por cada ajuste.
- Que, dentro del alcance, se haya determinado un formato de entrega, pero no se haya indicado nada respecto de otros formatos. Así, por ejemplo, si contratamos el desarrollo de una página web, pero no se habla de su diseño o adaptación del diseño corporativo; o no se habla de que en paralelo a la página web, se necesita un desarrollo de una landing page, o el desarrollo en paralelo para el formato App, o que la web cumpla con los estándares responsive…
- Que no se haya definido el tiempo de ejecución, ni qué sucede cuando no se cumple con el mismo. ¿Aplica alguna penalización?
- Que no se haya definido qué sucede en caso de que la solución desarrollada presente defectos o no cumpla con todos los requisitos que se han solicitado.
- Que no se haya definido la titularidad sobre los derechos de propiedad intelectual de la solución o plataforma desarrollada. ¿Sabías que, muchas veces, solo tienes derecho a utilizar la herramienta, pero no se te transfiere, prácticamente, ningún derecho más?
- Que no se indique nada respecto de qué sucede a continuación, una vez desarrollado el proyecto. ¿Existe alguna garantía, algún tipo de mantenimiento o actualizaciones?
- Que no se haya definido bien qué sucede en caso de incumplimiento contractual (muchas veces, porque ni siquiera hay contrato como tal), tanto, de una parte, como de la otra…
Lo cierto es que estas son algunas de las circunstancias suelen ser frecuentes, además de muchas otras.
Si tú eres el proveedor, plantear estas cuestiones en un contrato bien estructurado también protege tus intereses. Detallar las especificaciones, condiciones y límites del servicio puede evitar malentendidos y conflictos, además de reforzar tu posición en caso de discrepancias.
Y vinculado con todo ello, se encuentra el tema de protección de datos y el cumplimiento de la normativa de comercio electrónico. Porque, este tipo de soluciones suelen recoger datos personales. Y, si es así, hay que prever, desde el diseño y conceptualización del proyecto, el tipo de datos que se quieren recabar, cómo se pretende llevar a cabo, y cómo se pretende informar a los usuarios o clientes acerca del tratamiento de los datos y del funcionamiento de la solución.
Si los desarrolladores o diseñadores te ofrecen unos textos legales o términos y condiciones tipo, o copiados (el copiar y pegar está de moda), ten cuidado porque puede ser que estos no cumplan con los requisitos de la normativa y que, por ello, por un lado, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), investigue una posible infracción (con el riesgo de sanción correspondientes), o que, por otro, el cliente que tenga un problema con la contratación de tus servicios vía web o aplicación, te reclame alguna cosa.
También, es importante que tanto si eres cliente como proveedor de servicios de desarrollo, sepas cómo se almacena y procesa esa información y que se definan las medidas de seguridad aplicables. Si tú, como proveedor, no ofreces estos servicios, es importante definirlo. Y el cliente debe saber, también, qué medidas de seguridad debe aplicar y qué debe solicitar a sus proveedores de servicios tecnológicos.