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Experiencia positiva esta semana. Y también hay que contarla, porque nos ayuda a mantener la esperanza de que quizás algún día todo esto acabe funcionando de forma aceptable.

Se trataba de un juicio de despido en el que por mi parte (empresa) había pedido como prueba anticipada que se aportase a las actuaciones un atestado de la policía local y el Juez había acordado lo que decimos en nuestro argot, "de conformidad".

Llega el día del juicio y el atestado no había llegado. Según nos indican, se había reclamado hacía escasísimos días y además a unas dependencias que no eran. Mal empezábamos. Dado que para mi era una prueba crucial para la defensa de mi cliente, le digo al Letrado de la Administración de Justicia que tengo que solicitar la suspensión del juicio. El letrado me dice que lo comprende, pero me pide que le dejemos hacer unas gestiones para intentar conseguir el atestado en unos minutos. Es un LAJ joven, de nueva hornada que nos recibe en mangas de camisa y nos tutea tanto a mi como al abogado del actor. No se muy bien porque, pero me inspiró confianza y no insistí en hacer el acta de suspensión de forma inmediata.

Mientras esperamos, vamos a la sala de vistas y comentamos la jugada con el Juez que nos pide que dejemos pasar un par de juicios y se compromete a que si para entonces no ha llegado el atestado, suspenderá el juicio, pero que si ha llegado, celebramos. Ambos abogados nos mostramos conformes y esperamos.

Andaban ya por la mitad del segundo juicio, cuando aparece la funcionaria con el atestado y nos da una copia a cada abogado (nada de estrecheces con las fotocopias… queda clara la voluntad de facilitarnos el trabajo para que podamos ilustrarnos del contenido del atestado a nuestras anchas). La funcionaria aprovecha para decirnos por lo bajini que el compañero que tramitaba el expediente no había dado ni golpe y nos pide disculpas por las molestias. Buena gente que también hay que poner en valor.

Gracias a la visión del LAJ, a su tesón y capacidad de gestión, se evitó suspender un juicio y demorar innecesariamente la resolución del asunto que tras el juicio pudo quedar ya visto para sentencia. Quedó claro que lo que no había sido capaz de resolver el funcionario perezoso en meses, el proactivo y eficiente LAJ, lo había resuelto en menos de una hora. Y todo lo que hizo falta fue llamar por teléfono y utilizar el correo electrónico. Nada de oficios, requerimientos y otras zarandajas formales. Solo buena voluntad, ganas de solucionar los problemas y un modesto teléfono fijo de los de antes.

Que cunda el ejemplo, por favor. Que cunda.




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