Carpeta de justicia

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Fuente y Autor de la imagen de cabecera: Flickr / Adams Homestay Cochin

Imagino que la imagen que ilustra este post no será desconocida a ninguno. Perdón, la de la señorita a la que le están haciendo “ungüentoterapia”, no (ya quisiéramos), la otra, la de los avisos de cookies. 

Sí, probablemente, todo internauta español estará harto de ver el típico mensaje que, en banner o pop up, aparece avisando de que el sitio web en cuestión utiliza cookies “para mejorar la experiencia del usuario”. Que muchos pensarán que si les tienen que avisar así, mal empiezan a mejorar su experiencia como internauta. No os cuento ya si el usuario está navegando desde su smartphone, donde el dichoso aviso ocupa toda la pantalla y uno ya no sabe ni a dónde ha ido a parar (como en plenos anuncios de Tele5, que ya se te ha olvidado qué peli estabas viendo, pues parecido). Sin embargo, es indiscutible que éste es el panorama actual.

avisos de cookies

Algún que otro post he escrito ya sobre las cookies (aquí, aquí y aquí). Dejando al margen, una vez más, que cumplir cien por cien con la normativa sobre estos dispositivos, tal cual se ha incorporado a nuestro ordenamiento, supone un esfuerzo excesivamente elevado, casi casi imposible, hoy me voy a centrar en algo que sí es bien posible corregir: Cambiar esa manida frasecita de “utilizamos cookies para mejorar la experiencia del usuario”. ¿Y por qué? Porque en la gran mayoría de los casos, sencillamente tal afirmación no es cierta. No, al menos, precisamente respecto de aquellas cookies sobre las cuales es obligatorio informar y obtener el consentimiento del usuario. Por ejemplo, no es predicable de la Google Analytics, que casualmente la tienen un altísimo porcentaje de las webs que indican tal cosa en su aviso.

La primera vez que entré en una web y leí eso de que usaban cookies para mejorar la experiencia del usuario, me dije “¿esto qué es?, ¿una web con spa virtual?” ¡Hombre, es que no es justo!, Nos generan falsas expectativas. Que, tal cual lo ponen, uno espera que le vaya a salir la cookie (o el cookie) de la pantalla y empiece a darle un masaje tailandés (¡eso sí que es cuqui!). Y no. Y claro, luego que vivimos frustrados.

El caso es que rápidamente se puso de moda mejorar la experiencia del usuario gracias a Google Analytics. ¡Qué cosas! Desde luego, esto es algo con lo que no puedo estar de acuerdo, al menos en cuanto al aspecto legal de tal afirmación en el aviso de cookies. Ni respecto a la GA, ni a otras igualmente analíticas o a aquellas de rastreo que pretenden averiguar los intereses del internauta para luego ofrecerle tal o cual publicidad.

Con la instalación de estas cookies lo que se quiere conseguir es información sobre los hábitos de navegación del usuario y sus gustos o intereses. Gracias a ellas se puede saber cuántos usuarios visitan nuestra página desde tal o cual país, rangos de edad que tienen, navegadores que utilizan, tiempo que permanecen en la web, preferencias de quienes nos visitan, contenidos más visitados (y que por tanto, en teoría, gustan más o resultan más atractivos), sitios desde donde llegan a nuestra página, etc. Y todos estos datos son utilizados por el proveedor de la cookie y, en su caso, por el titular de la web visitada, para intentar, mediante su análisis, obtener un beneficio, provecho o utilidad propios. Pretender esto es algo lícito y nada pasa por decirlo claramente y sin tapujos, o ¿acaso pensamos que las empresas están en Internet por amor al arte? Pero, eso sí, hay que empezar por informar correctamente.

Si, con lo que se haga posteriormente con la información obtenida mediante las cookies, se consigue también beneficiar a los usuarios, es algo que quedará, con posterioridad, al criterio de cada uno de éstos. Por ejemplo, hay quien agradece que, ya que le van a bombardear con publicidad, al menos lo hagan sobre productos o servicios en los que está interesado. Pero, desde luego, mejorar la experiencia del usuario, no es lo que se persigue con estas cookies y, por tanto, no se puede considerar como la finalidad del tratamiento de los datos que se recaban con ellas, finalidad ésta que es sobre la que la ley exige que se informe.

Por lo demás, quizá me equivoque, pero algo me dice que el comportamiento de los usuarios poco va a variar si se cambia el “para mejorar la experiencia del usuario” o el “para mejorar la experiencia de navegación del usuario” por cualquiera de las siguientes redacciones:

  • “Para intentar mejorar nuestros servicios mediante el análisis de sus hábitos de navegación”.
  • “Para analizar su comportamiento de navegación”
  • “Para obtener información sobre sus gustos y preferencias”
  • El texto que corresponda realmente según las cookies que se instalen a través de la web de turno. Que nadie vaya ahora a copiar y pegar cualquiera de los anteriores sin ton ni son, ya que quizá no sea aplicable en su página web.

Y es que éste del “copia y pega” es un problema redundante en Internet en España en lo que a textos legales se refiere. Esto, que es reprochable, es, sin embargo, y asimismo, algo que debe movernos a ofrecer soluciones que sí sean asumibles y, por tanto, más aceptadas y, en consecuencia, más utilizadas.

Pero por favor, mientras tanto ¿”mejorar la experiencia del usuario” es lo mejor que tenemos? Hombre, si las cookies se utilizan para que por cada web que visite se reduzca el recibo de mi hipoteca, igual ya me lo creo un poco más.




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