“Nuestro futuro está en nuestras manos y somos nosotros quienes, con nuestra acción, marcaremos el devenir de nuestra empresa, de nuestra ciudad, de nuestro país.”

Esta última semana he tenido la oportunidad de estra presente en tres acontecimientos muy diferentes. Por una banda, participé en un foro sobre la Terrassa Industrial organizado por el Diari de Terrassa. Por otra banda, disfruté de las Jornadas de Liderazgo (GLS) organizadas por la Fundación Goel y finalmente asistí al concierto benéfico de la Asociación Som Riures. Las tres son actividades muy diferentes, pero tienen una cosa en común: el movimiento de la sociedad civil para intentar que las cosas mejoren.

Es cierto que estamos en un momento que parece marcado por el pesimismo, donde todo parece que se vaya torciendo: rebrote de la pandemia, inflación, crisis de suministros…,. y ante esto parece que cada vez seamos más decadentes socialmente y económicamente. Pero en medio de todo esto van apareciendo iniciativas que nos demuestran que la sociedad civil está viva, que es dinámica y que quiere mejorar las cosas.

De los tres acontecimientos podría explicar muchas cosas positivas, pero el resumen es el hecho de ser conscientes que nuestro futuro está en nuestras manos y que somos nosotros quienes, con nuestra acción, marcaremos el devenir de nuestra empresa, de nuestra ciudad, de nuestro país. Y esta responsabilidad lo tenemos que ejercer.

En el mundo hay dos tipos de personas, las que hacen y las que se quejan. Obviamente, quien hace que el mundo avance y progrese son las personas que actúan, que en ejercicio de su responsabilidad cogen las riendas de su vida y trabajan cada día para mejorarla, y lo hacen a pesar de todos los que simplemente se quejan. Necesitamos que cada día haya más gente que actúe y menos gente que se queje. Y hay que actuar pensante en el medio y largo plazo no solo en el corto (esto ya lo hacen los políticos).

La segunda grande lección es que hay que recuperar los valores, aquello que hace que nuestra actuación sea correcta, ética y justa. No es una cuestión moralista. Es una realidad que solo las actuaciones que se corresponden con estos valores son las que nos hacen avanzar y mejoran nuestras vidas y las de nuestro entorno. Ahora que está de moda recuperar tantas cosas de nuestra historia reciente en aspectos como el consumo de proximidad, la moda vintage, etc. recuperamos también la lógica forma de actuar de nuestros abuelos basados simplemente en estos principios.

No perdemos el optimismo convencidos de qué somos capaces de hacer mejor las cosas y de qué lo mejor todavía está para llegar.

Felices fiestas.

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