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Teresa Pérez fundó em 2015 el despacho TPC ABOGADOS/AVOCATS, especializado en desarrollar negocios en Francia con asesoramiento jurídico bilingüe. Graduada en Derecho y Estudios Empresariales (E1) en la Universidad Pontificia Comillas (ICADE) en 2010 y ante la crisis económica existente en nuestro país decidió realizar un LL.M en derecho mercantil francés, europeo e internacional en la universidad Panthéon-Assas. Trabajó en varios despachos de abogados en París, donde se colegió también como abogada ejerciente.

“La abogacía en Francia funciona de manera diferente a lo que conocemos en España, la mayoría de los abogados somos autónomos desde la colegiación, y firmamos contratos de colaboración con los despachos en los que trabajamos. Como curiosidad, es el Colegio de Abogados el que se encarga de fijar la remuneración mínima de los colaboradores los primeros años”, nos comenta Teresa.

“El hecho de ser autónoma desde el inicio, algo muy útil en las profesiones liberales, me permitió ir teniendo poco a poco mi propia cartera de clientes y en 2015 fundé mi propio despacho TPC ABOGADOS/AVOCATS” nos cuenta Teresa Pérez. Un despacho en el que las principales áreas de actuación son el derecho mercantil, laboral y societario principalmente, “ayudando así a nuestros clientes a implantarse en el mercado galo”.

Hay que destacar, también el proyecto pro-bono del despacho, una iniciativa que, “está alejado de nuestras áreas de actuación diarias, pero nuestro compromiso nos llevó a tramitar solicitudes de evacuación y asilo para mujeres afganas cuyas vidas corren peligro desde el ascenso de los talibanes al poder, proyecto del que nos sentimos especialmente orgullosos”, remarca Teresa Pérez.

Un elemento diferenciador de su despacho es su especialización en derecho francés ¿cómo surge esta iniciativa?

La relación entre abogado-cliente es una relación de confianza. Un cliente español se siente más cómodo a la hora de trabajar con alguien que habla su lengua materna y que conoce su cultura empresarial, y de ahí surge nuestra especialización y nuestro nicho de mercado.

Esta especialización es un importante elemento diferenciador, ¿cuáles son las áreas principales de asesoramiento?

Los clientes acuden a nuestro despacho en busca de asesoramiento en derecho mercantil (contenciosos mercantiles, redacción y revisión de contratos de distribución, de agencia, de comisión, de franquicia, de prestación de servicios, … ), en derecho societario (constitución de filiales o sucursales, aprobación de cuentas anuales, ampliaciones de capital, pacto de socios,…) y en derecho laboral (contrataciones y desvinculaciones, constitución de sindicatos, contenciosos laborales, desplazamiento intracomunitario de trabajadores,…)

Tanto Francia y España formamos parte de la Unión Europea, aun así ¿tiene nuestro derecho comparado diferencias sustanciales?

Sí. Las directivas comunitarias fijan unos principios básicos y en muchas ocasiones dejan libertad legislativa a los Estados Miembro a la hora de trasponerlas.

La parte procesal y el sistema judicial también es muy diferente, por ejemplo, la primera instancia en lo social y en lo mercantil no son magistrados de carrera sino representantes del sindicato y de la patronal en el primer caso y profesionales de reconocido prestigio en el segundo.

A día de hoy, la armonización legislativa a nivel comunitario no es suficiente para operar de la misma manera en todos los países de la eurozona.

Una de las libertades fundamentales de la UE es la libre circulación de trabajadores, no obstante, son muchas las ocasiones en las que en sus artículos comenta los trámites y los requerimientos que las empresas españolas deben cumplir cuando desplazan trabajadores, ¿Cuáles son los principales trámites?

Este es uno de los temas más recurrentes en nuestro despacho y su normativa está en constante cambio. Las principales obligaciones son: realizar una declaración previa de desplazamiento, obtener una tarjeta identificativa para los trabajadores desplazados (sólo en el sector de la construcción), nombrar un representante para los controles de la inspección y respetar la normativa francesa en determinados aspectos.

El desplazamiento intracomunitario de trabajadores está amparado efectivamente en la libre circulación que recoge la Directiva 96/71/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 16 de diciembre de 1996 sobre el desplazamiento de trabajadores efectuado en el marco de una prestación de servicios, que ha sido traspuesta al ordenamiento jurídico francés con sus propias singularidades.

El conflicto surge porque las empresas francesas consideran que existe competencia desleal y que se practica “dumping social”, ya que el coste de un trabajador desplazado desde España es inferior al coste laboral de un trabajador contratado en Francia desarrollando el mismo trabajo.

Como la libre de circulación de trabajadores no puede restringirse en el marco de la Unión Europea, el gobierno francés, para proteger a sus empresas nacionales, ha incrementado en su trasposición de la Directiva los requisitos para desplazar trabajadores, ha aumentado la cuantía de las sanciones en caso de incumplimiento y ha reforzado los controles de la Inspección laboral francesa a empresas desplazadas, que son muy frecuentes.

¿En que se pueden beneficiar las empresas españolas que deciden hacer negocios en Francia?

Francia es la segunda economía de la UE después de Alemania, con 2.642.713 M€ de PIB en 2022, es el segundo país más poblado de la eurozona y el primer país del mundo con mayor número de turistas.

Estos datos lo convierten en un mercado muy atractivo para cualquier empresa si se sabe navegar en su rígida normativa.

¿Cuáles son los sectores más atractivos para hacer negocios en Francia?

Ahora mismo Francia tiene un problema para encontrar mano de obra en agricultura y construcción, creo que cualquier empresa que pueda aportar valor en este sentido tiene un mercado garantizado.

Después hay otros sectores como por ejemplo la moda o la restauración, en los que el mero hecho de tener un pie en Francia hace que se consolide su imagen de marca.

Y, por el contrario, ¿qué es lo que atrae a las empresas francesas para invertir o hacer negocios en España?

Los franceses, igual que los italianos, han sabido posicionar muy bien sus productos a nivel internacional. Sólo la marca “Made in France” aumenta el valor de venta del producto, porque se les presupone altos estándares de calidad. Así que ya tienen una ventaja competitiva de base que desgraciadamente no tienen los productos españoles por regla general.

Además, las empresas francesas encuentran en España mano de obra cualificada bastante más barata que en Francia (en España la jornada laboral es de 40 horas, en Francia de 35, los salarios son más bajos y las cotizaciones a la seguridad social también).

Al mismo tiempo, España es un país que tiene seguridad jurídica, que pertenece a la UE y con una población de unos 47 millones de habitantes que son potenciales consumidores.

¿Considera que la situación económica actual puede afectar a los intercambios franco-españoles?

La situación económica actual afecta a todo tipo de intercambios, no sólo a los franco-españoles. En un mundo globalizado como el nuestro la guerra de Ucrania, la crisis bancaria y la inflación afecta a todos los países en menor o mayor medida.

Lo que sí es cierto es que en épocas de recesión económica las empresas frenan su expansión internacional porque sus preocupaciones están en otro lado. 

El pasado 19 de enero se firmó por primera vez el Tratado de Amistad entre España y Francia para estrechar las relaciones entre los dos países. Esto es una buena noticia siempre que no sea sólo maquillaje político y se concrete en acciones que beneficien a la economía y a los ciudadanos de ambos países.

Y por último, ¿la inestabilidad política francesa puede afectar de alguna forma a las relaciones comerciales?

Justamente hace unos días Macron ganaba “in extremis” la moción de censura y salvaba la impopular reforma de las pensiones, pero su gobierno ha quedado muy debilitado. 

Los más preocupante no es la inestabilidad política sino el auge de partidos de extrema derecha como el Frente Nacional de Marine Le Pen y de extrema izquierda como la Francia Insumisa de Mélenchon, que pueden tener un impacto fortísimo en las relaciones comerciales ya que ambos son euroescépticos.

El euroescepticismo es, desde mi punto de vista, una forma de populismo, y los populismos precisamente se desarrollan en momentos de crisis y de flaqueza institucional. 

Es ahí donde deberíamos estar vigilantes si queremos preservar el progreso y el desarrollo económico.  




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