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En el mundo de la abogacía existen dos categorías muy generales cuando se trata del estilo de un abogado:

 

1.- El abogado extrovertido

Este es el estereotipo en el que todas las personas piensan cuando imaginan como es un abogado. Creen que el abogado tiene una aptitud natural para su profesión debido a su labia o a su capacidad de hablar y hablar sin parar. Son abogados que están cómodos siendo el centro de atención y están dispuestos a tender la mano a cualquier desconocido.

Cuando hablamos, solamente cubrimos una información que ya conocemos. Aunque es importante demostrar y compartir con palabras nuestros conocimientos como abogados, escuchar es incluso más fundamental para tu profesión.

A un abogado extrovertido en grado superlativo le encanta controlar la conversación y escucharse a sí mismo. Están más pendientes de lo que van a decir cuando les están contado algo que de lo que le están contando en sí. Y creedme que esto el cliente lo nota y si lo nota dejará de hablar porque siente que no lo escuchamos. Además ese abogado se perderá mucha información y matices clave del asunto que trae el cliente al despacho.

Los abogados extrovertidos que quieran tener éxito deben inclinarse más hacia el aspecto conservador de las cosas y trabajar para conseguir un estilo cálido y cordial. Haz un esfuerzo para escuchar atentamente a tu cliente en la próxima conversación que tengas con él. Resiste el impulso de interrumpir su historia con comentarios. Puedes practicar con una persona cualquiera antes. Pregúntale qué tal su jornada y dedícate a hacer preguntas y hablar única y exclusivamente de la jornada de esa persona en lugar de contar la tuya.

2.- El abogado introvertido

Podemos pensar que un abogado introvertido está abocado al fracaso. Pero nada más lejos de la realidad. Con frecuencia, los abogados introvertidos tienen más éxito que los extrovertidos porque tienden a ser más empáticos y aunque se inclinen hacia una focalización más interna, conocen mejor la mente de sus clientes.

Un abogado introvertido puede parecer demasiado humilde o tímido. En casos extremos, este rasgo les puede impedir dedicarse profesionalmente a la abogacía, pero si consiguen controlar estos aspectos adoptando una actitud de servidumbre en el sentido de ayudar a otras personas a conseguir lo que quieren y necesitan tendrán el éxito asegurado en su carrera.

Esfuérzate por mantener el contacto visual con los clientes, sonreír más y utilizar el lenguaje corporal para mostrar que estás prestando atención. Asiente con la cabeza, toma notas. Así demuestras interés y debido a eso te contarán más cosas.

Piensa en dónde te situarías en una escala móvil con los extrovertidos en un lado y con los introvertidos en el otro. ¿Cuáles de sus rasgos tienes? ¿Qué rasgos tendrías que desarrollar más a fondo? ¿Cómo piensas poner en práctica ese nuevo conjunto de conocimientos?




Comentarios

  1. Marcos

    Interesante artículo Borja. Simplemente discrepar en el hecho de que se genera una dicotomía entre extrovertido e introvertido como el que solo habla y el que solo escucha. Personalmente creo que un abogado puede ser una persona extrovertida y sin embargo escuchar todas y cada una de las palabras de su cliente. El ser extrovertido no se puede asimilar con ser egocéntrico, que me parecería un calificativo más acertado para la descripción que das del primer tipo de abogados, por eso creo que no es incompatible el ser extrovertido en tu vida profesional y personal con prestar toda la atención al detalle de lo que te cuente tu cliente. Si bien lo anterior, comparto la idea que planteas respecto al tipo de abogados que describes.

  2. Borja

    Muchas gracias por tus comentarios Alfredo, sin lugar a dudas en el término medio siempre está la virtud. No debemos confundir el ser introvertidos (calmados, pensativos, disfrutar de nuestros momentos a solas, con nuestras reflexiones, estrategias, etc), con ser tímidos. Ser tímidos sí puede salirle caro al abogado que quiera ser exitoso. Un abrazo.

  3. Alfredo Cuadros

    En realidad este tema no es superfluo. Me ha tocado muchas veces batallar contra esa imagen del abogado sociable, conversador, extrovertido ya que muchos suponen que sus debemos ser todos los abogados. Pienso que en el equilibrio está la clave, ya que si somos muy introvertidos, tendremos dificultades para desenvolvernos en sala, lo que puede condicionar nuestro trabajo.

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