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Esta semana que está ya en las últimas, ha sido una semana tranquila, bastante tranquila, tanto que solo he tenido un juicio y, además, puedo calificarlo de delicioso, así que no puedo pedir más de cara al descanso semanal que pinta que también va a ser de verdad, porque no me vence ningún plazo hasta el día 11, que es todo un lujo en mi quehacer habitual.

Decía lo del juicio delicioso, no por la materia que es de las odiosas para mí. Se trataba de una enrevesada reclamación de cantidad, de esas que obligan a hacer un montón de cálculos y además multiplicados por los cuatro demandantes, que es lo mismo que multiplicar por cuatro los calculitos de marras. Me tuve que emplear a fondo a la hora de preparar el juicio, montando varias hojas Excel para poder establecer las cifras alternativas con las que me tenía que oponer a la demanda. Al final lo conseguí pese a mi alergia natural a las matemáticas y emprendí, como en tantas ocasiones, el camino hacia el Juzgado.

Me toca de contrario un colega de los que tienen talla y calidad profesional. Primera delicia: Saludarle y empezar ya aclarar algunos aspectos del pleito que despejaron una serie de cuestiones previas, de modo que podíamos entrar en Sala directos al grano. Nos toca entrar con una puntualidad aceptable. Sigue el ambiente delicioso. Nos recibe una sonrisa distendida, amable y cercana: Es SSª, un Juez de la nueva hornada que promete. Tras unos prolegómenos encantadores, entramos a celebrar. No me toca otra que ser un pelmazo farragoso y soltar la retahíla de números y cálculos. Termino pidiendo excusas a SSª por el tostón. Las excusas son recibidas con una nueva sonrisa. El broche de oro lo acaba poniendo mi contrario cuando acepta mis cálculos y aunque mantiene su solicitud de condena hacia mi cliente, acepta que el ultimo responsable de todo aquello es el otro codemandado que no ha comparecido.

No hay ninguna prisa por abandonar la Sala. Estamos allí muy confortables y empezamos una conversación alrededor de diversas cuestiones propias del oficio hasta que ya no queda otra que volver al mundo exterior. A eso que le llaman el mundo real.

No se si fue cosa de los astros, pero, necesitamos muchos más juicios como éste…aunque el precio sea dejarme la vida con los odiosos cálculos.




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