Ahora que por fin está de moda la transformación digital, personas como yo, que hace ya casi cinco años comenzamos a predicar sobre el rol transcendental que la tecnología tendría en nuestros trabajos de juristas y en el propio sistema legal, deberíamos dar saltos de contentas. Sin embargo, en mi caso no es así y es que tengo a menudo la sensación de que lo que estamos viviendo es más una burbuja que una realidad, que se trata más de una moda pasajera que del desarrollo de una sólida estrategia por parte de quienes deben apoyar la transformación de un sector clave para el desarrollo de este país como es la Justicia. Y es que creo que antes de ponernos a hablar de tecnología, de digitalización, de desarrollar apps y webs o de aplicar el blockchain o la inteligencia artificial en la Justicia, debería hacerse un ejercicio de reflexión y toma de decisión, que en mi conocimiento se ha obviado para dar respuesta al qué y cómo deberían transformarse el sistema legal actual y las organizaciones y profesionales que para él trabajan.
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