¿Qué hace que un abogado sea un gran profesional? ¿Su inteligencia, sus habilidades sociales, sus habilidades orales o de escritura? Por supuesto. Deben tener un cierto nivel de inteligencia y motivación, tener experiencia y oportunidades. Pero la verdad es que los atributos que transforman un buen abogado en un gran abogado no son los que puedas pensar.
Veamos qué atributos permiten a un abogado, y a cualquier persona, destacar respecto a los demás. Cultivar estos atributos proporciona la oportunidad de entender los problemas y ofrecer soluciones efectivas.
1.- Compasión
La compasión es una respuesta emocional por la que una persona percibe que otro tiene un problema y de forma auténtica y genuina quiere ayudarle a resolver el problema. Esto es parte de lo que los abogados hacen. Las personas acuden a los abogados por sus problemas o para evitar futuros problemas y les ayudamos a resolver o evitar esos problemas. Si la práctica que ejerces es el derecho de empresa, el derecho tributario u otra cualquier área de práctica que no sea particularmente emocional puede que pienses que la compasión no es importante para tu práctica. Pero lo es. Los abogados compasivos se focalizan en cómo sienten y aceptan la perspectiva de los demás estén o no de acuerdo con ellos.
La compasión es el cimiento de las buenas habilidades sociales. Sin compasión, no puedes ponerte en los zapatos de tu cliente ni entender de forma completa el problema que afronta. Sin compasión no entenderás la postura de tu adversario ni anticipar qué hará ni tomar medidas preventivas en beneficio de tu cliente. Sin ella no podrás proporcionar las mejoras soluciones.
2. Habilidad para escuchar
Las habilidades de comunicación efectiva son esenciales para un buen ejercicio profesional. Uno de los aspectos más importantes de la comunicación es la escucha. Por supuesto, lo que decimos, cómo lo decimos y cuándo lo decimos es importante. Pero solo lo podremos hacer bien si primero escuchamos. Escucha a tus clientes. Escucha a tus adversarios y a tus compañeros. Los abogados deben recopilar mucha información, analizarla, sintetizarla y dar buenos consejos para asesorar bien a sus clientes. Y todo eso comienza con la escucha.
3. Asertividad. No agresividad
A menudo escucho a las personas decir “El/ella no es suficientemente agresivo/a para ser un buen abogado”. Eso no es cierto. No necesitas ser agresivo sino asertivo. Los abogados asertivos expresan sus opiniones y consiguen ser escuchados mostrando respeto por los otros. Los abogados agresivos atacan o ignoran las opiniones de los demás para imponer las suyas.
Al igual que ocurre con la falta de compasión, los abogados demasiado agresivos no pueden entender la postura de los demás cuando difiera de la de nuestros clientes. Eso les hace ineficientes en entender el problema e incapaces de proporcionar soluciones efectivas. Pero incluso más importante, los abogados demasiado agresivos actúan sin respeto a los demás. Eso daña las relaciones interpersonales lo que conduce a crear un entorno poco cooperativo que hace que llegar a un acuerdo o solución sea muy difícil.
4. Creativo
Necesitamos ser creativos para encontrar soluciones reales para los problemas que tienen nuestros clientes. Cada caso es diferente y cada cliente debe ser tratado de forma diferente y cada solución debe ser elaborada cuidadosamente. Aunque en general los abogados son un grupo que tiene aversión al riesgo debemos aprender a pensar “fuera de la caja”. La mejor forma de crear soluciones únicas es afrontar cada situación con escucha compasiva la cual permite realmente entender los problemas y qué necesita tanto nuestro cliente como su adversario. Ese nivel de entendimiento puede conducir a soluciones duraderas que pueden ser buenas para todos los afectados. Los puntos muertos o callejones sin salida a menudo surgen cuando los asesores fallan al afrontar el caso sin escucha compasiva y en su lugar actúan con una agresividad innecesaria. No seas un espanta/rompe acuerdos.
5. Perseverante
El éxito se alcanza con la perseverancia. Debemos seguir trabajando, seguir intentándolo y continuar. Debemos ser capaces de seguir hacia adelante cuando las cosas no salen bien, darnos un respiro y volver frescos y preparados para “luchar”, negociar o lo que el caso pueda requerir.
¡Ahora, sal ahí fuera y se grande!