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El área de propiedad industrial e intelectual es un sector en auge en España. En nuestro país las agencias y despachos especializados en esta rama van en aumento impulsados por una frenética actividad innovadora en todas las ramas de la ciencia y la tecnología.

Sin embargo, hace dos décadas la situación era bien distinta a la que se vivía en otros países europeos, americanos y asiáticos. Lo sabe bien Juan Arias, socio fundador y director de ABG Intellectual Property, una firma que celebra su vigésimo aniversario y que Financial Times incluye entre los mejores despachos de patentes de Europa.

Juan, dice su biografía que lleva más de treinta años dedicado a la propiedad industrial. ¿Cómo es esto posible, cuando en ese momento esta área era un terreno tan poco explorado en España?

La respuesta es, en realidad, bastante sencilla: porque mis comienzos no fueron en España, sino en Alemania. Yo llevaba en Múnich desde 1989. Poco después de licenciarme en la Complutense de Madrid, me concedieron una beca para hacer trabajos de investigación en química de proteínas en el Max Planck Institut.

Fue una oportunidad increíble, pero pasado dos años se terminó y, al buscar trabajo, tuve la suerte de empezar a trabajar como examinador en la Oficina Europea de Patentes. Allí estuve diez años que me resultaron apasionantes porque descubrí que la propiedad industrial te permite estar en la vanguardia de la innovación. Pero, como bien dices, cuando regresé a España en el año 2000 el sector solo lo conocíamos en profundidad unos pocos. 

Unos pocos sabían de propiedad industrial y tres de ellos decidieron unirse, ¿verdad?

Efectivamente. Entre los que sí sabían de patentes estaba Vicente González. De hecho, para mí fue una muy grata sorpresa encontrar un profesional como él en aquellos tiempos, conocerle y poder colaborar con él en casos de patentes de diferentes clientes. Muchos viernes quedábamos a comer y un día me propuso crear una agencia de patentes, pero me pareció que dos personas no era masa crítica suficiente para tamaña industria.

Sin embargo, a los pocos meses recibí una llamada de Francisco Bernardo, otro español que también trabajaba como examinador en la Oficina Europea de Patentes a la vez que yo, pero en La Haya, y a quien había conocido en esa época. Francisco, que también se había vuelto a España para trabajar en la farmacéutica Pharmamar, me comentó que estaría interesado en crear una agencia.

Ya no pude resistirme.

Y, ¿cómo diseñaron ABG?

Entre los tres planteamos, o más bien soñamos, lo que debería ser ABG. Una agencia diferente a las que eran habituales en España, tomando como base el modelo alemán de las Kanzeleien que yo había conocido en Múnich. Así, ABG estaría dirigida por agentes de patente con formación científica o técnica, que entendieran las invenciones y a los inventores, en la que la calidad del servicio fuera excelente y que tuviera como base dar servicio en propiedad industrial a la industria española, a los centros de investigación y a las universidades apoyando así el progreso de dichas empresas e instituciones.

También queríamos divulgar la PI en España ya que por aquel entonces esto era, salvo muy contadas excepciones, un auténtico desierto.

Por otra parte Vicente, Francisco y yo queríamos que ABG fuera un lugar de trabajo donde el personal pudiera formarse y desarrollar una carrera profesional de excelencia, pero donde también pudiera sentirse a gusto.

¿Cómo se materializó su proyecto?

Pues fundamos ABG Patentes en septiembre de 2003 y alquilamos un pequeño piso en la calle Orense de Madrid. Yo me incorporé en noviembre de 2003, y Francisco y Vicente en enero de 2004. Habíamos dejado nuestros trabajos y comenzamos de la nada, solo con nuestros conocimientos en PI.

Establecimos los procedimientos internos de funcionamiento y contratamos un sistema electrónico de administración de expedientes. Recuerdo que nos costó conseguir que los bancos nos fiaran dinero para hacer un renting de una fotocopiadora, pero al final ABG comenzó a funcionar.

Y, ¿fueron creciendo poco a poco? ¿o fue meteórico?

Pues fue un crecimiento bastante rápido en nuestros comienzos. Habíamos empezado con las áreas de química y biotecnología, en las que Francisco, Vicente y yo éramos especialistas. Pero pronto se sumó a nosotros Fernando Prieto, que es ingeniero, y empezamos a dar servicio también en el área de electromecánica. Unos meses antes habíamos reclutado a Cecilia Ranilla, nuestra primera paralegal, y solo tres años después arrancaba nuestro departamento de Marcas, con Christine Weimann, y así ya le dábamos cobertura a la protección de las distintas figuras de Propiedad Industrial.

Todos ustedes estaban en Madrid, pero ahora ya tienen oficinas también en Barcelona y Bilbao. ¿Cómo se produjo ese salto?

Lo cierto es que desde el comienzo dábamos servicio desde Madrid a todo el país, pero también es verdad que hay regiones donde había un mayor potencial y mayor demanda. Sólo hay que ver las estadísticas de la Oficina Europea de Patentes para observar que Cataluña y País Vasco están, junto a Madrid, a la cabeza en solicitudes de patente. Parecía lógico abrir sucursales allí.

En nuestro caso, abrimos sucursal en Barcelona en 2007 y en 2015 en Bilbao.

ABG Patentes ahora se llama ABG Intellectual Property, ¿a qué se debió el cambio?

Casi desde nuestros inicios, nuestros clientes nos solicitaban servicios jurídicos. Al fin y al cabo, la propiedad industrial es un área legal y, por ello, en 2018  pusimos en marcha nuestro departamento jurídico que hoy capitanea la abogada Laura Montoya que cuenta con más de veinte años de experiencia en el área. .

Nos ha hablado de áreas y departamentos, pero ¿cuántas personas forman parte de su equipo a día de hoy?

Pues hoy en día ABG Intellectual Property lo integramos 70 personas y debo decir aquí que el equipo es nuestro principal activo. El talento no es cuantificable, pero, para hacernos una idea, 17 de ellos son doctores en diferentes áreas de la ciencia y la ingeniería y contamos con el mayor número de Agentes de Patente Europea de España, 18 en total entre los que me incluyo. Es, además, un equipo en el que hay personas altamente cualificadas de distintas nacionalidades.

Lamentablemente en los últimos años también hemos sufrido la pérdida de mis compañeros Vicente y Francisco, ambos fallecidos. Sin embargo, no solo no les olvidamos, sino que creemos que continuar con el proyecto tal cual lo ideamos es el mejor homenaje que podemos hacerles. Además, ahora que cumplimos nuestro vigésimo aniversario, sabemos que seguir siendo exigentes con nuestro nivel de calidad es la mayor garantía para cumplir veinte años más.

Retener el talento es un reto estos días, ¿cómo se enfrentan a ese desafío?

En ocasiones como esta ahora tocaría decir que en ABG somos una gran familia. Y tendría sentido porque el ambiente en la oficina es cercano y amable, como originalmente soñamos Vicente, Francisco y yo. Pero lo cierto es que todos tenemos nuestra propia familia y la vida que hemos elegido, que es extremadamente valiosa para cada uno de nosotros.

Por eso en ABG le damos una gran importancia a la conciliación de la vida laboral y familiar. De hecho,  hemos implementado el teletrabajo 3 días a la semana, flexibilidad horaria y otras medidas que permiten que nuestro equipo compagine más fácilmente su vida dentro y fuera del trabajo. Personalmente, me siento muy orgulloso de que así sea, y los resultados nos dicen que esa es la línea a seguir.

¿Qué destacaría de esos resultados que menciona?

Pues puedo decir que en nuestra cartera de clientes hay empresas, centros de investigación, startups y universidades con las que llevamos muchos años trabajando. Ese indicador es fundamental, especialmente cuando esos clientes nos confían activos de gran valor, como son sus invenciones o sus marcas, de los que, con frecuencia, depende buena parte de su negocio.

Además, año tras año recogemos premios especializados en las diferentes áreas y los rankings del sector nos sitúan a la cabeza.

Para terminar, ¿cree que ha cambiado algo el sector de la Propiedad Industrial en estos 20 años?

Es innegable que ha habido una evolución positiva, pero España está todavía estamos muy lejos de ocupar el lugar que se merece en este ámbito, siendo una de las economías más grandes del mundo y teniendo en cuenta que ocupamos un papel destacado en cuanto a producción científica.

Creemos que esta lenta evolución del sector, entre otros múltiples factores, se debe a una falta de conocimiento sobre la obtención y el funcionamiento del  sistema de protección de la propiedad industrial. Pero también creemos que la propiedad industrial es clave para que la ciencia y la tecnología salgan de los laboratorios, lleguen a la sociedad, y se transformen en industria y empleos de calidad, como ocurre en otras partes de Europa y del Mundo.

Por ello, desde ABG IP hemos asumido el compromiso de divulgar el sistema y organizamos diferentes seminarios presenciales y online, participamos en charlas y acudimos a universidades y congresos permanentemente. Los próximos seminarios serán en Bilbao y Barcelona en octubre y noviembre respectivamente. Tenemos las inscripciones abiertas y están todos invitados.  




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