Durante los casi cinco meses del ciclo, que ha incluido el empeoramiento de la pandemia, el aumento de las restricciones a las actividades económicas y las políticas de aislamiento social por parte de las autoridades, así como el comienzo de la flexibilidad y de las expectativas con respecto a una nueva normalidad, no han sido pocos los problemas que han tenido que hacer frente las organizaciones de todos los tamaños y sectores de la economía. Entre las mayores barreras están la caída de los ingresos y una disminución de las inversiones en las empresas, además de la necesidad de mantener el trabajo presencial en actividades consideradas esenciales y los riesgos para la salud y la seguridad de las personas.
Las dificultades en la comunicación aparecen como el tercer obstáculo más relevante, con una mejor evaluación del flujo entre la alta gestión y los principales líderes de los diferentes equipos. Temas como home office, el teletrabajo, las adaptaciones de las tecnologías y de los sistemas, los recortes en los salarios y los despidos, que han tenido impactos ya superados o formarán parte de los nuevos escenarios a largo plazo, son menos prominentes en esta etapa de la crisis.
Con el incremento de la importancia estratégica de la comunicación interna para las organizaciones -muchas ya estaban desarrollando programas estructurados en esta área- la pandemia de la COVID-19 ha amplificado la necesidad de mantener y fortalecer la conexión entre las personas y los equipos, y, en consecuencia, ha traído un aumento de actividades, información y acciones de compromiso, pero no siempre considerando la inversión de más recursos financieros.
La comunicación interna continuará desempeñando un papel predominante en las nuevas transiciones que se están dibujando, pero desde la perspectiva del Talento y Recursos Humanos hay percepciones de que deberá renovarse en sus formas, contenidos y enfoques para que pueda continuar contribuyendo de manera efectiva. Será necesario poner en primer plano las preocupaciones, las incertidumbres y los riesgos reales relacionados con la seguridad y la salud de los colaboradores, y más allá de solo adoptar protocolos y procedimientos estrictos, se necesitará promover una comunicación clara, objetiva y continua, que también responda a los deseos emocionales y prácticos individuales, y que, por lo tanto, haga que todos se sientan parte de los compromisos colectivos.
Hay una necesidad urgente de reinventar los formatos, después de meses de exceso de videoconferencias y lives que pretendían cubrir la sensación de falta de interacción y cercanía, y la urgencia colectiva por la sensación de alta productividad y compromiso. El uso de la tecnología ha traído más simplicidad a la comunicación interna, una tendencia que debe fortalecerse, pero será necesario crear nuevas herramientas, espacios de conversación y mecanismos que puedan llenar las brechas relacionales, incluso en formatos híbridos, en los que habrá una rotación de colaboradores que trabajen en las instalaciones de la empresa para aumentar la distancia física, como medida preventiva.
Más que en los canales, contenidos y en los eventos producidos, el enfoque debe centrarse en las personas, y la visión de los gerentes de Recursos Humanos es que también debe apoyar la salud mental, el equilibrio entre la vida personal y profesional y otros aspectos personales de los colaboradores, que, sin embargo, también deberán trabajarse desde decisiones y puntos de vista individuales. Hay percepciones convergentes de que el enfoque en el bienestar se ha convertido en un papel relevante para las organizaciones, y también para los líderes, porque impactará directamente en la motivación, productividad y en los resultados. Y muchos van más allá: este tono de voz y este enfoque en el bienestar y en las personas permanecerán, incluso con un mayor control, sobre los avances de la pandemia.