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INTRODUCCIÓN

El 15 de diciembre se estrenó “No me llames Ternera” un documental en el que Jordi Évole entrevista a Josu Urrutikoetxea, conocido como Josu Ternera, sobre su participación en la banda terrorista ETA

Este documental ha sido criticado por blanquear el terrorismo al igual que ha sido  aplaudido  por considerarlo un testimonio sobrecogedor acerca de un exdirigente de ETA.

Por un lado,  hemos podido leer como se decía  “que era una de las entrevistas más interesantes de los últimos años, necesaria y esclarecedora puro periodismo sin artificios…” Y por otro lado, muchos pedían que no saliera a la luz por ser humillante para las víctimas. En este punto, y después de haberlo visto me planteo y esta vez voy a escribir en primera persona, varias preguntas que intentaré responder a lo largo de esta reflexión. ¿Es un documental necesario para quién: criminólogos, periodistas…? ¿Es necesario este documental para las víctimas de la banda terrorista que hayan podido verlo? ¿Están todas preparadas para escuchar a un exmiembro no arrepentido? ¿es importante dar voz y visibilizar al señor Ternera?

¿Estaba preparado Francisco Ruiz  para escuchar todo lo que se dijo, tuvo apoyo psicológico y restaurativo, sabía lo que iba a pasar…? ¿y por último, intento Évole hacer un casi proceso restaurativo entre Ternera y Francisco Ruiz?

Estas son solo algunas de  las preguntas que me vinieron a la mente cuando estuve viendo este documental  que a ratos me produjo dolor de estómago, angustia y sobre todo indignación.  Y si a mi me pasó todo esto, puedo pensar lo que sintieron algunas personas que hayan podido ser víctimas directas o indirectas de ETA. Por eso voy  a intentar dar respuesta a algunas de las preguntas.

¿Para quién es un documental necesario: criminólogos, psicológos, periodistas, facilitadores de procesos restaurativos…?

Cuando analizas las respuestas de Ternera,  una se da cuenta de lo que está pasando por su mente: formas de justificar sus delitos y las muertes. No las llama asesinatos sino acciones. Le repugna los atentados yihadistas porque se lucha por un dios pero cuando se le pregunta que diferencia hay con matar por la patria,  responde de forma evasiva. En su boca, los atentados son «acciones» y las matanzas son consecuencia de la lucha de liberación de Euskal Herria, objeto de represión desde el franquismo. Cuando se le habla del atentado de Hipercor revierte la culpa en el estado que no protegió a los ciudadanos porque se avisó de la bomba…estos son solo algunos de los muchos ejemplos acerca de cómo este señor blanquea  y justifica  los delitos de Eta que se pueden escuchar durante la hora y cuarenta minutos que dura el documental. Reconozco que aunque duro  para mi me resultó interesante desde el punto de vista profesional.

Pude ver como no se ha trabajado la responsabilización  con esta persona y sobre todo su entendimiento de que efectivamente dañó a mucha gente.  Todo lo que escuché en el documental me recuerda el trabajo exhaustivo y complicado que se debe realizar con personas infractoras de delitos ideológicos como crímenes internacionales, terrorismo, homofobia, xenofobia, violencia de género etc.…Puesto que como explicaré a continuación,  se debe hacer desde el punto de vista restaurativo una preparación previa larga que evite que las personas reconozcan el daño pero con “peros” y “justificaciones”. Partiendo de que es normal que una persona que ha cometido los delitos más terribles y de forman indiscriminada por creencias erróneas, use justificaciones para seguir viviendo con la “mochila” a su espalda de todo el dolor causado, lo que vimos claramente en el documental es una persona que no ha pasado por este proceso de responsabilización y que claramente sus “peros” y justificaciones son mayores a su reconocimiento del daño.

Desde el prisma de la justicia restaurativa lo que se debiera haber hecho es un acompañamiento de esta persona para sacarlo de sus ideas, creencias, valores sin juzgarlo ni desafiarlo, construyendo respeto, confianza y comprensión de su mundo. Se trata de que los infractores de delitos ideológicos cuya escala de valores está alterada puedan pasar de un comportamiento no deseado a una nueva vida. Las personas atrapadas en estas conductas delictivas tienden a ausentarse de la realidad.  El mismo Ternera en algunos momentos se presenta como víctima diciendo que las personas le ven como a un monstruo. En estos delitos igual que se hace en procesos de justicia transicional, existe un proceso de desensibilización de la violencia. Por eso a través de las preguntas (sin juzgarlos porque reiteramos preguntas como a cuantos has matado y cómo o si celebraste el atentado no es hacer justicia restaurativa porque los facilitadores no juzgan ni sermonean), las excepciones y la visibilización de las víctimas se trata de que tengan el coraje y la mente abierta para el cambio que elimine o rebaje esas justificaciones al mínimo. Digo al mínimo porque ciertas justificaciones entran dentro de lo normal, especialmente si contamos,  como hemos dicho, que el peso de tantos delitos puede impedirles llevar una vida normal. Se nos ha contado que se ha hecho justicia restaurativa en terrorismo y se nos ha vendido la parte bonita del encuentro, pero lo que nadie cuenta es el proceso largo y previo en los que los facilitadores tienen que trabajar generando una responsabilización y vergüenza reintegrativa, derribando la escala de valores distorsionada y las justificaciones. Y claro esta parte de la justicia restaurativa no se puede cuantificar en diez sesiones  con un curso  sobre quién es la víctima, el perdón…etc. sino que habrá que estar al caso concreto y sobre todo tener paciencia. Basta ver cinco minutos de esta documental para darse cuenta de que esto no se ha hecho, y además debo dejar claro que incluso haciéndolo,  puede que no hubiera dado el resultado deseado.

Por eso, el verlo me resultó interesante porque desde el punto de vista profesional vi lo que no se ha hecho, pude observar claramente que se cumplen los presupuestos de infractores de estos delitos (justificaciones, creerse víctima…) pero lo que si me preguntaba cuando lo veía si era necesario para muchas de las víctimas  escuchar a este señor, no solo no arrepentido sino que ni siquiera mostró un poco de empatía.  Y esto me lleva a las siguientes preguntas.

¿Es necesario este documental para todas las víctimas de la banda terrorista? ¿están todas preparadas para escuchar a un exmiembro no arrepentido? ¿es importante dar voz y visibilizar a este señor?

Lo primero que debo decir es que en justicia restaurativa no decidimos por las víctimas, todo lo contrario,  la justicia restaurativa surgió para darles voz. Por tanto, decidir que el documental no es bueno para ellas sin su opinión,  sería tanto como quitarlas poder de decisión, y pensar que son seres “incapaces” justo lo que hace la justicia tradicional.

 Pero más allá de este planteamiento, no creo que pueda resultar interesante para la mayoría de las víctimas una entrevista en la que lo único que pueden reafirmar es que este señor no se arrepiente de los daños causados y que simplemente minimiza y justifica sus acciones, haciéndose incluso la víctima “ofendida” en muchos momentos.

Una de las necesidades de las víctimas tras el delito es sentirse respetadas, y el documental no muestra respeto por ellas, es un testimonio frio que no aporta nada bueno para su sanación ni para su reparación ¿entonces por qué se ha hecho? Se ha hecho porque al periodista le resultaba profesionalmente un reto pero desde luego no creo que haya pensado en las víctimas o al menos en la mayoría de ellas. Tampoco creo que se haya puesto en sus “zapatos” , hablamos de víctimas que han visto como cuando lo fueron eran señaladas,  como el propio Francisco Ruiz comenta en el documental, y además esto las hacia sentirse que no eran dignas de consideración.

 Si analizamos las necesidades de la mayoría de las víctimas especialmente en esta clase de delitos, vemos que destaca la información (de esto hablaremos más tarde), verdad, respeto, responsabilización y garantía de no repetición. Y claramente si una escucha a Ternera, que es cuestionado por el periodista en muchas ocasiones, vemos que efectivamente no hay respeto, no hay responsabilización tan solo hay cierta información que le puede servir a la víctima que aparece en el documental. Entonces ¿había necesidad de causar daño aunque sea indirectamente a las víctimas que se sigan sintiéndose así? ¿qué han ganado las víctimas sabiendo que este señor no está arrepentido? Francamente creo que nada y no creo que visionar el documental pueda ser sanador para la mayoría de las víctimas.  Incluso parece normalizar las justificaciones, el lenguaje neutral y la frialdad de Ternera.

 ¿Era necesaria la participación de Francisco Ruiz una víctima de ETA? ¿estaba preparado este señor como víctima para escuchar todo lo que se dijo, tuvo apoyo psicológico, sabía lo que iba a pasar…? ¿y por último, intentó Evole hacer un casi proceso restaurativo entre ternera y Francisco Ruiz?

Probablemente la intención de Évole era que Francisco pudiera escuchar la verdad y tener información de su atentado, pero sinceramente opino que esto se lo podría haber transmitido , sin necesidad de tenerlo escuchando  ni tan siquiera de tenerlo como coprotagonista del mismo. Igual que hablaba con la preparación de los terroristas para participar en justicia restaurativa, tampoco se nos habla del trabajo que se debe hacer con las víctimas. La preparación de las víctimas es esencial, sus expectativas de la posible reunión conjunta deben ser realistas y sobre todo la persona ofensora debe reconocer el daño causado sin paliativos, algo que evidentemente  no ha sucedido. El propio Francisco al final del documental reconoce que no ha visto arrepentimiento y que no deja de ser un asesino. En este caso, en particular algo de alivio ha podido tener porque ha obtenido información y la verdad sobre lo que le sucedió, pero  se queda en eso porque faltan los demás presupuestos necesarios para que el participar en el documental le hubiera podido resultar sanador. Y al final esta clase de procesos deben tender a esto o sino es mejor no hacerlo.  Me pareció que en un mundo actual donde la palabra restaurativa está de moda,  poco faltó para que Évole  quisiera realizar un encuentro conjunto entre ambos, todo el documental parece que quiere ser como un proceso restaurativo y sin embargo, como hemos visto, adolece de los errores que llevan a que muchas personas no crean en esta justicia.

Por eso, es importante reivindicar que la justicia restaurativa en esta clase de delitos se debe hacer por profesionales formados,  con experiencia en esta justicia y en delitos graves. Si tenemos un facilitador abogado que lo mismo facilita que ofrece a terroristas los servicios como abogado de conocidos suyo, estamos desvirtuando el  proceso y claramente estamos asesorando, pero no haciendo justicia restaurativa. Por tanto, sería un momento ideal para que cada profesional se dedicara a hacer su trabajo sin traspasar los límites del mismo tan solo en aras a tener un éxito profesional. Le diría a Évole que espero que  Francisco haya tenido apoyo antes, durante y después del documental,  y que pensara en otras víctimas, a las que la entrevista solo las ha reforzado la idea de que en el mundo hay personas malas, en concreto asesinos sin escrúpulos. Y a los demás profesionales que han aplaudido el documental les diría que en ocasiones hay que ser más humano que profesional.

CONCLUSIONES

No niego que este documental puede ser de utilidad en los cursos de formación, que esperemos se normalicen en España,  para ser facilitador de procesos restaurativos especialmente en estos delitos más graves.

Será sin duda un elemento importante para enseñar a los futuros facilitadores como se debe trabajar la preparación de víctimas y ofensores para que no se den las declaraciones como las  que Ternera ofrece en el mismo. Sin embargo, en contextos de crímenes masivos todo lo que no aporta ni ayuda a sanar a las víctimas ni propicia un fortalecimiento y pacificación de los lazos sociales no es bueno ni siquiera recomendable.

Este documental más allá de lo  interesante profesionalmente o de lo bueno que sea porque Évole hay que reconocer si hace una buena entrevista,  no marca la diferencia y tampoco sabemos cómo ha podido impactar en muchas de las víctimas de ETA. Tampoco sabemos en qué medida escuchar a este señor ha podido suponer un retroceso en su proceso de sanación. Y por tanto,  todo lo que no suma resta.

 En contextos como este y reiterándome en lo que decía hay que saber si debemos hacer primar la responsabilidad, la humanidad y el respeto por encima de la información y el prestigio profesional. Yo lo tengo claro si queremos una sociedad más pacifica debemos hacer cosas constructivas. El camino sería más justicia restaurativa y más enfoque restaurativo realizado por profesionales y sobre todo menos políticas restaurativas solo para el marketing  y para el prestigio  profesional de algunas personas, y  más trabajo de campo restaurativo,  sin idealizar la justicia restaurativa pero sobre todo entendiendo que esta justicia es mucho más que un solo programa o una sola práctica.




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