Está claro que el ámbito privado y el ámbito público son dos mundos diferentes con dinámicas y necesidades totalmente diferentes.

En el ámbito público el tiempo es una variable relativa. Sólo así nos podemos explicar determinadas actuaciones que, desde la perspectiva del sector privado, nos parecen incomprensibles.

El pasado 13 de Marzo se publicó en el Boletín Oficial del Estado un plan de ayudas que se destinaban 7.000 millones de euros de ayudas directas para las empresas que habían perdido facturación como consecuencia de la pandemia. Hoy 2 meses y medio más, aún no sabemos ni cómo ni cuándo se materializarán estas ayudas. Lo mismo ocurre con los 3.000 millones comprometidos en la misma fecha para reducir endeudamiento bancario. No sabemos todavía nada, ni el cómo, ni el cuándo, ni para quién.

Es muy deprimente ver esta, incluso me atrevería a decir, falta de respeto hacia la población y, en este caso, hacia las empresas que están cada día luchando para superar esta situación defendiendo los puestos de trabajo y su supervivencia y que ya empiezan a estar hartas de anuncios grandilocuentes que conllevan grandes titulares mediáticos que generan esperanzas y expectativas que, después, se ven decepcionadas por la realidad en términos temporales y económicos.

Y para acabarlo de rematar tenemos el espectáculo de estar a muy pocos días de la conclusión de los plazos de los ERTE creados por el Covid-19 y aún no sabemos qué futuro tendrán ni en qué condiciones, como si la realidad de los trabajadores yl su trabajo se pudiera improvisar en 48 horas.

Creo que hay que exigir a los responsables públicos mucha más responsabilidad a la hora de hacer promesas y generar expectativas y, por supuesto, acabar con la improvisación de última hora y que cumplan con su obligación de establecer un marco regulatorio estable, previsible y que no obedezca a los intereses y prioridades del momento. Se hace muy difícil pretender que haya nueva actividad, que se atraigan inversiones, en definitiva, que recuperemos actividad, si seguimos con los mismos vicios de siempre.

Parece ser que, desgraciadamente, nada cambia a pesar del mundo avanza hacia otra dirección.